Creemos expresamos sólo cuando ponemos nuestra intensión en ello ... y no prestamos atención al modo en que lo hacemos diariamente.
No hay vida sin expresión. La calidad de ambas está estrechamente relacionada y depende de nosotros más de lo que suponemos.
Comencemos por donde no solemos hacerlo habitualmente: poniéndonos de acuerdo.
Iniciemos juntos una aventura, dejémonos llevar por la curiosidad, por el vértigo de adentramos en tierras poco conocidas: nuestro propio mundo interior. En general creemos conocemos, y saber el qué y porqué de lo que nos sucede... todo es más o menos llevadero mientras las cosas están en orden, pero cuando la vida se nos enreda, cuando las circunstancias se complican y la realidad parece zamarrearnos, descubrimos la escasa adaptabilidad de nuestros impulsos, sentimientos y capacidad de actuar.
Recorramos entonces los paisajes habituales pero con verdadera actitud de conocer y descubrir; como todo aventurero que se precie no vamos a ser demasiado formales; con espíritu más práctico que científico iremos intentando resolver sobre la marcha las situaciones que se nos presenten.
No intentaremos grandes precisiones ni desarrollar nuevas teorías, como buenos aventureros simplemente echaremos un vistazo y trazaremos apenas un bosquejo del mapa interior.
Además de expresarnos en cada acto damos dirección a nuestra vida |
Cuando hablemos aquí de «expresión» vamos a referimos a la manifestación en el mundo de nuestros contenidos y estados interiores cualquiera sea la vía por la que esta se produzca; no hacen falta mayores definiciones para nuestro propósito ya que cada uno puede sentir a que nos estamos refiriendo.
No caigamos en la trampa de considerar como expresión sólo palabras y gestos, o de restringir tal acción a una de sus manifestaciones como es la expresión artística. Siempre estamos expresándonos por mil vías simultáneas.
Y no nos pongamos teóricos. Al hacer referencia a «la vida» vamos a ser muy concretos: se trata de la existencia cotidiana, de ese vivir todos los días en el trabajo, el hogar, las amistades o el supermercado ... y más concretos aún seremos con respecto al sujeto de nuestro análisis, no es ninguna elaboración filosófica ni definición psicológica: hablaremos de nosotros mismos, así como nos vemos, nos sentimos y pensamos habitualmente.
EXPRESANDO LA VIDA
- Cada «calidad» de expresión se vincula con una calidades de vida en consonancia -
Podríamos distinguir entre las expresiones a nivel volitivo, cuando hacemos o decimos algo adrede, de cuando no es adrede pero manifiesta en el mundo nuestra intención. Esto resulta claro, si no busquemos en nuestra experiencia todas esas situación en la que los silencios o estados de pasividad fueron más significativos y afectivamente contundentes que si hubiéramos dicho algo.Hay expresiones de otro tipo, la manifestación de los estados interiores, en las que no tenemos la intención pero puede verse cuando estamos enojados, abatidos, cuando estamos felices o en calma. Somos seres en continua interacción con lo que nos rodea y casi todo lo que sucede en nuestro interior se refleja en el mundo de alguna manera; con frecuencia más allá de lo que pretendemos.Todo lo que está vivo está siempre expresándose.
Y si vida y expresión están tan indisolublemente unidas que parecieran ser lo mismo es evidente que diferentes estados interiores, diferentes maneras de vivir, se corresponden con expresiones que son extensiones de ellas. Diferentes «calidades» de expresiones se vinculan estrechamente con calidades de vida que les corresponden.
"VIVIR MEJOR"
- Paz interior no se opone a la abundancia material, la serenidad no es irreconciliable con una vida dinámica -
Ya que somos audaces aventureros exploremos un poco también por aquí. A casi todos nos gustaría «vivir mejor». Solemos dedicar nuestros mejores esfuerzos a ello y pensamos en el futuro como la oportunidad para que estos rindan frutos. Lo que no hacemos tan seguido es revisar esa idea de «vivir mejor», porque es muy distinta para cada persona, y suele serio también para la misma persona en diferentes momentos de su existencia.Este anhelo de vivir mejor es un motor importante y actúa siguiendo una idea que opera en el trasfondo; mezclando nuestras necesidades más burdas con los ideales más elevados. Mezclando lo que intentan instalar las convenciones sociales, la publicidad y el mundo del consumo, con lo que surge de nuestro corazón. Así se nos hace difícil orientarnos, y sin damos cuenta actuamos siguiendo impulsos y valores a veces contradictorios.
¿Qué es para mí «vivir mejor»? ¿Mejor auto, una casa grande... viajes, dinero... éxito en mi actividad? o ¿La tranquilidad, la felicidad, la armonía y el equilibrio de vida? ¿Quizás una combinación de todo eso?
Si tuviera que priorizar, como habitualmente sucede en la vida ¿Qué de estas cosas y estados preferiría por sobre los otros?
No estamos oponiendo dos tipos de vida diferente entre los que haya que elegir; la paz interior no se opone a la abundancia material, y la serenidad no es irreconciliable con una vida dinámica... es cierto que suelen ser cuestiones un poco difíciles de armonizar pero es cuestión de conocer cómo y entrenarse.
Consideremos cuánto tiempo y esfuerzo dedicamos a aprender a leer , a caminar, o a nuestra actividad... ¿Cuánto hemos dedicado a aprender a vivir? En proporción posiblemente casi nada, vamos viviendo «como nos sale»... y así nos sale a veces.
Bien, la cuestión es la idea de mejor vida con la que nos manejamos: mientras más clara y consciente más fácil resulta ordenar las acciones en pos de ella, evitando dilapidar energía en cuestiones que se oponen o nos desvían.
Entonces, si tenemos claro cuál es esa vida mejor que deseamos debemos ir poniendo nuestras expresiones en concordancia con ella. Si queremos vivir felices expresémonos positivamente y con alegría. Como que somos aventureros honestos no estamos hablando de actitudes del tipo «Que alegre que me siento mientras mi vida sentimental se hunde» sino de direccionar las energías en sentido positivo: «De este trance doloroso voy a aprender a entender y hacerme entender, voy a desarrollar compasiva fortaleza extrayendo lo que haya de positivo»... claro, para eso hace falta templanza y valor, pero son los atributos mínimos de cualquier aventurero, y una capacidad que pueden desarrollarse.
DIFERENTES CALIDADES DE VIDA.
- «Yo soy así» parece argumento suficiente para justificar cualquier cosa -
Todo esto parece muy obvio; pero si así fuera debería verse en nuestra conducta, cosa que no siempre sucede. Y no cuidamos mucho el modo en que nos expresamos... sucede como sucede, sale como sale.Buena parte de esto se debe a que pensamos que la relación es totalmente mecánica: que así como me sale es la única manera en que puedo expresarme, que a determinados estados o situaciones se le corresponden por fuerza ciertas expresiones. Nos expresamos de cierta manera porque así lo hicimos la primera vez en una situación similar y salimos del paso... pero nunca nos fijamos luego, con tiempo y sin apremio, si esa es la mejor manera.
Mucho tienen que ver la educación y la socialización, el simple contacto cotidiano: aprendimos a expresamos de cierta manera, incorporándola a esa noción vaga de «yo soy así» que parece argumento suficiente para justificar cualquier cosa.
PARA VIVIR MEJOR
- Que brille en cada uno de nosotros eso que nos hace únicos e irrepetibles -
Para que nuestra aventura sea completa debe tener un final feliz: la clave está en recordar siempre que la vía es doble: así como la calidad de vida que llevo se manifiesta en mis expresiones, puedo construir otra calidad de vida recurriendo a otro modo de expresarme. El punto es romper el círculo mecánico, es elevar la calidad de mis expresiones para que comiencen a generar el tipo de vida elegido.Ahora podemos mirarlo sin temor ni eufemismos: nos podemos expresar con violencia, vulgaridad y pesimismo... o ser armoniosos, sutiles, positivos y optimistas. Indefectiblemente la vida se ordenará a nuestro alrededor de acuerdo con lo que hagamos.
Es el nivel de nuestro ser el que atrae la vida, más allá de toda consideración no podemos conseguir lo mismo de una pepita de oro que de una vulgar piedra. y si hay aventura que valga la pena es el descubrimos a cada instante, el aprender a vivir, a liberamos, el autoconstruimos y construir un futuro propio y digno de nosotros mismos.
Entonces brillará en cada uno de nosotros eso que nos hace únicos e irrepetibles, el oro de nuestro interior. Entonces cada instante cotidiano será una verdadera oportunidad o paso hacia el futuro que pretendemos.
Comienza a expresarte con optimismo, deja que esas expresiones resuenen en tu corazón aunque cueste un poco al principio... y no dudes que la vida que anhelas viene hacia ti.
Texto de Roberto Martínez
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Foto: Kaya, por Gu CC-BY-SA-2.0