Herramientas para crear felicidad

Muchas conversaciones que llamamos de sentido común toman la felicidad como un estado esporádico en nuestras vidas y usualmente aceptan que está sujeta a mil casualidades. Casi todos aceptan como permanente la búsqueda de la felicidad, pero dudan de la posibilidad de permanencia del estado.
La psicología misma estuvo por mucho tiempo ocupada en la investigación, teorización y tratamiento de las patologías psicológicas, hasta que a finales del siglo XX M. Seligman y M. Csíkszentmihalyi proponen “una ciencia del la experiencia subjetiva positiva, de los rasgos individuales positivos y de las instituciones positivas”.



Csíkszentmihalyi señala que nuestras experiencias pueden clasificarse de acuerdo con la relación entre el nivel de desafío que se nos presenta y las habilidades de que disponemos para superarlos; a grandes desafíos y pocas habilidades surge la angustia y el temor, desafíos pequeños y grandes habilidades generan aburrimiento y desidia. Entre la zona de la angustia y la del aburrimiento este esquema señala la existencia otra en la que se encuentran las experiencia óptimas, en las que las demandas de la vida y nuestras habilidades para resolverlas más o menos se emparejan, entonces nos sentimos activos, vivos, propositivos, en movimiento; la vida fluye.


La primera herramienta entonces es no inmovilizarnos ante la angustia o el temor, sino identificar las habilidades faltantes y dedicar energía a incrementarlas pues allí está la salida segura. En la situación opuesta acometer emprendimientos que pongan en juego todas nuestras capacidades para transformar el aburrimiento y la desidia en plenitud. La aplicación de esta sencilla fórmula inmediatamente empiezan a generar una vida de calidad.

Seligman señala cinco dimensiones de la experiencia humana de las que se nutre y surge la felicidad: PLACER (una base de sensaciones agradables), INVOLUCRAMIENTO (ser esenciales decisores en los eventos de nuestra vida), RELACIONES HUMANAS (“el otro” percibido y sentido como humano), SIGNIFICADO (lo cotidiano inscripto en algo mayor, la propia vida integrada a un sentido trascendente), y LOGROS (la propia percepción de haber logrado algunos objetivos).

La segunda herramienta es nutrir intencionalmente cada una de estas dimensiones de nuestra vida, especialmente aquella en que detectemos ausencia o debilidad. Ya no más dejar a merced de la casualidad estas dimensiones de la experiencia, ni dejar que unas crezcan a costa de la muerte de otras.

Con estas dos herramientas “la búsqueda de la felicidad” deja de ser un eslogan o un concepto elusivo, y se vuelve un camino claro que nos orienta cotidianamente, porque como dice S. Sinay es inútil perseguir la felicidad, si creamos las condiciones y ella nos alcanzará.




Foto de Forsaken Fotos CC-BY-2.0, vía Flickr.com